“La
carretera de los huesos”. Morboso nombre, ¿verdad? Pues así es
como se conoce la autopista de Kolima, la M-56, en Siberia. Dicha
carretera conecta Magadán y Yakutsk y se reparte a lo largo de 2.032
kilómetros.
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Autopista de Kolima en la actualidad |
Hasta
aquí podría parecernos que es una carretera normal. Una carretera
que mandó construir la Unión Soviética en su etapa de mayor
plenitud, pero una carretera normal al fin y al cabo. ¡Pues no! El
hecho de que fuese construida por la URSS estalinista es el que más
la caracteriza, porque lo que empezó como una simple obra arquitectónica, acabó siendo una especie de exterminación holocáustica.
La
Unión Soviética era poseedora de numerosos Gulag
(campos de trabajos forzosos) y, cuando quiso levantar la autopista
siberiana para tener mayor control comunista, destinó miles de
presos a la zona, consciente de que las bajas temperaturas podrían
acabar con sus vidas.
Y
así fue. Uno tras otro, los hombres fueron sucumbiendo a los -42º
de máxima y -50º de mínima; a lo que se le sumaba el cansancio.
Pasaban los días, el número de cadáveres iba aumentando y la
cantidad de mano de obra, disminuyendo. Así, como no se daba abasto
para deshacerse de los cuerpos, se empezaron a utilizar los restos
como abono natural para el asfaltado de la ruta. Además, se comenta
como hecho no probado, que los propios presos se dejaban llevar por
el frío tumbándose en la nieve y esperando a morir congelados.
Actualmente,
la ruta se considera una de las más tétricas del mundo, porque se
rueda sobre restos humanos de presos no afines al régimen
estalinista. Como si este hecho no fuese estremecedor por sí mismo,
hay que añadir que los deshielos y las torrenciales lluvias
convierten la zona en un barrizal que impide ver el asfaltado, por lo
que el número de accidentes es muy elevado en Kolima.
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Accidente en la M-56 de Kolima |
Pese
a las complicaciones para realizar el trayecto entre Magadán y
Yakutsk, cientos de vehículos lo repiten diariamente, puesto que es
el único medio para llegar de una ciudad a la otra.
Aún
así, los lugareños no consideran que los accidentes sean a causa de
las malas condiciones meteorológicas sino, como no podía ser de
otro modo, prefieren atribuirlos a los fantasmas de los presos que
todavía rondan por allí.
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