jueves, 13 de noviembre de 2014

El verdadero cuento de... BLANCANIEVES




Por todos es conocida la duuuuulce historia de Blancanieves. Aquella inocente chica que huye de casa para no ser asesinada por su madrastra y que acaba al servicio de siete enanitos que trabajan en una mina mientras cantan aquello de "aibo, aibo, a casa a descansar..." Estáis en la onda, ¿no?



Pues bien, según contaba Disney, Blancanieves acababa siendo envenenada por la madrasta (disfrazada de bruja) con una manzana roja. Los enanitos la enterraban en una vitrina de cristal muy apenados por la pérdida de una chacha gratuita, un príncipe la besaba y... ¡voilá! Resucitaba.

Pues olvidad esas patrañas, las perdices no merecen estar en peligro de extinción. La historia original, obra de los famosos hermanos Grimm, era un poquito bastante diferente:

Primero que nada, la madrastra contrata a un criado para matar a la joven y que le lleve su corazón para comérselo. Pero el criado, que era majete, la dejó suelta por el bosque y le dio a comer un corazón de ciervo. Eso supongo que sí os sonará, porque Disney no lo censuró del todo. Atentos, que la malversación empieza ahora:

Cuando la madrastra descubre que sigue viva, aparece en casa de los enanitos e intenta matarla tres veces:

¿La primera? Intenta ahogarla apretándole el corsé pero los enanitos llegan a tiempo.
¿La segunda? Intenta venderle un peine envenenado pero como se supone que tiene mucho pelo, las cerdas nunca llegan a rozarle la piel.
¿La tercera? La manzanita, lo que todos conocemos.

Entonces, cuando Blancanieves cae redonda por la manzanita de las narices (luego nos extraña que los niños no quieran comer fruta), los enanitos la ponen en un ataúd de cristal y( aquí viene lo gordo) el príncipe que pasa por delante no la besa, no. ¡Se la lleva! El príncipe azul de Blancanieves secuestra muertos... ¿Cómo resucita Blancanievas, preguntaréis? Pues cuando la sube al caballo para llevársela, debido al trote, escupe un trozo de manzana y se despierta. Vamos, que ni manzana envenenada, ni muerte que valga. La muy boba, decide casarse con el hombre que le había salvado la vida pero que, paradójicamente, la había secuestrado. Y en la boda, para más morbo si cabe, hacen bailar a la madrastra con unos zapatos de hierro ardiendo hasta que muere.

Así que... ¿Fueron felices y comieron perdices? ¿Seguro?


0 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Facebook