¡Hola,
hola, caracola!
Estoy
segurísima de que echáis de menos los misterios más inquietantes de nuestro día
a día. Cómo por ejemplo, porqué Murphy se empeña en que las tostadas caigan por
el lado de la mantequilla o quién empujó al Imperio Romano para que se cayese.
Pues
siento decepcionaros, hoy me paso por aquí para hablaros de algo que creo que
es mucho más importante: el respeto entre seres humanos, sobretodo, entre los
de distinto sexo.
No
voy a entrar en temas de política, cada uno tiene derecho de libertad ideológica
y, yo, lo respeto. Pero me parece una brutal atrocidad que en pleno siglo XXI
haya hombres a los que se les llena la boca al hablar de la superioridad de su
sexo. Seamos claros: Hombres y mujeres -sea cual sea nuestra orientación
sexual, género u otra construcción social que se empeña en diferenciarnos-
necesitamos del otro.
Tampoco
es mi intención dar falsas clases de feminismo contemporáneo que no llevan a
ningún lado. Soy de las que piensa que, si el “feminismo” busca igualdad, empieza
mal con ese nombre. Pero no puedo evitar sentirme despreciada cuando leo cosas
como esas; sentir como el duro trabajo que realizo día a día para no depender
de nadie en un futuro, se va a la basura por cavernícolas así.
Yo
no voy por la vida como una Mantis Religiosa que se zampa a su pareja después
del coito porque cree que no puede sacar nada más de él. Pero tampoco voy como
una caballito de mar que muere a los pocos días de perder a su caballito porque
no sabe qué hacer sin él. Simplemente, a paso firme, avanzo. Pese a todo. Pese
a todos. Y me va bien, ¿eh? Me va muy bien a pesar de esos tópicos que dicen
que las mujeres no sabemos conducir, ni leer mapas, ni tenemos futuro si no
medimos 90-60-90.
Porque
os diré algo: Ni somos indefensas, ni tenemos inferioridad intelectual. Somos
personas humanas, llanamente. Igual que los hombres. Y sí, indiscutiblemente,
cada sexo tiene sus puntos fuertes y desarrolla más unas habilidades. Pero con
trabajo y perseverancia, TODO es posible. Y me veo en el derecho de afirmarlo
después de 20 años de vida, de que me hayan tirado al suelo por ser mujer, pero
de levantarme porque tengo buenos ovarios.
¡Ah!
Un último dato para esos hombres que os creéis laaaaaargamente superiores al
sexo femenino: Esa chica a la que se le levantó la falda, y por la que todos
habéis babeado alguna vez (sí, esa, Marilyn Monroe) tenía un coeficiente
intelectual de 164, muy superior a la media. Pero claro, es mucho menos machista
quedarse con el dato de que, para dormir, solo se ponía unas gotitas de Chanel nº5.
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