jueves, 16 de mayo de 2013

Conservatorio de Granada: Misterio en estado puro.

¡Hola!

Muchas veces hemos hablado de sitios ''encantados''. De esos sitios donde el reflejo de alguien del pasado, alguien que ya no está, hace aparición en algunas ocasiones. Normalmente por temas de impregnación, ya sea por que ese ente tuvo una relación traumática con este sitio en vida, o por que alguno de sus seres queridos acudió o acude a ese sitio. El caso del que os voy a hablar tiene un trasfondo muy claro, ahora mismo lo veréis.



Granada es una ciudad mágica, una ciudad donde han pasado muchas cosas en la antigüedad. Tiene ese halo de magestuosidad y misterio que pocas ciudades en el mundo tienen. En esa preciosa y mágica ciudad, se encuentra un edificio lleno de misterio por sus cuatro costados: el Real Conservatorio Superior de Música Victoria Eugenia.


Se cuenta que en ese centro trabajaba un profesor de música llamado Felipe. Una persona que se había dedicado en cuerpo y alma, durante toda su vida, a aleccionar a los alumnos del Conservatorio.

Un día el centro sufrió cambios inesperados para todos, pero se giró amarga y especialmente contra Felipe. Lo despidieron del trabajo, de su trabajo... De su vida. El motivo; no tenía ningún tipo de título ni diploma que acreditara que tenía los conocimientos necesarios para aleccionar a los alumnos de ese Conservatorio, que tenía mucho postín en Granada. Pese a que había dedicado toda su existencia a ello, y no conocía otro oficio lo despidieron fulminantemente. Su vida se acabó en ese instante, y tras un declive corto pero intenso, Felipe murió de depresión, con el corazón henchido de pena por haber perdido toda su vida en aquel mismo instante en que lo despidieron.

Desde entonces, se cuentan muchas cosas. Se suceden fenómenos sin explicación dentro de ese conservatorio. Prueba de ello es un fenómeno que suele darse de noche en el patio del edificio, allí una ráfaga de viento aparta las hojas de las plantas como si algo se abriera paso a través de ellas. Esta ráfaga de viento surgía de la nada en noches en las que imperaba la calma.



Otro de los fenómenos extraños de difícil explicación, sucedió durante una noche en la que decidió quedarse estudiando en el centro. En este caso sería su perra quien viviría la experiencia. Enrique permanecía estudiando en un aula de la primera planta mientras su perrita “Clara” dormitaba tranquilamente junto al piano cuando repentinamente el animal dio un salto, se dirigió a la puerta de la habitación y comenzó a ladrar en el pasillo en dirección a un rincón oscuro del pasillo.
Enrique se levantó y encendió la luz del corredor. Allí no había nadie pero “Clara” seguía ladrando hacía un punto concreto situado en el centro del pasillo completamente aterrorizada, era como si estuviera afrontando el ataque de un gran peligro o de otro animal más grande. Al verla en ese estado, Enrique abandonó el edificio bastante asustado.

Antonia la conserje del Centro, le contó a Enrique dos experiencias que sufrió en el Conservatorio. La primera sucedió en el verano de 1997 cuando, mientras se encontraba a solas en la consejería, Antonia escuchó caer a sus espaldas un paquete de papel enorme de bastante peso. Sobrecogida por el estrépito se volvió instantáneamente sin hallar rastro alguno del posible origen de aquel ruido.

El segundo incidente sucedió un año más tarde en 1988. Una mañana Rueda encontró a Antonia muy sobresaltada, “blanca como un papel”, justo en el momento en que acababa de subir del sótano  donde había bajado para encender la caldera de la calefacción. Al parecer Antonia había notado pasos a su alrededor como si alguien la persiguiera y sentido el aliento de alguien invisible en su nuca.

En otra ocasión, dos profesores fueron testigos de otro hecho insólito. Al parecer permanecían en el aula de Música de Cámara, cuando inexplicablemente, vieron flotar y caer una moneda de “cien pesetas” desde el techo. Según estos profesores, ellos eran las únicas personas presentes en ese momento en el Conservatorio ya que permanecía cerrado. Además, ni la puerta ni las ventanas estaban abiertas, por lo que parece improbable que la moneda procediera del exterior. Al parecer se materializó de la nada.

Otro antiguo profesor asegura que durante el curso 1986-87, cuando se encontraba estudiando en el auditorio notó una sensación similar a la que sentiría cualquiera que estuviera rodeado por varias decenas de personas, sin embargo no había nadie en la sala en ese momento.

Nicanor de las Heras, escuchaba desde su despacho de secretaría del centro(1982-1987) como encima de él en la biblioteca de entonces, se escuchaban pasos de carreras atropellándose. Cuando subía a mirar allí no había nadie.

Todos los testigos coinciden en afirmar que el edificio del Conservatorio, antiguo Palacio de Caicedo del siglo XVII, tiene algo especial. Así al menos lo piensa un alumno del centro José Ángel Morente, quien asegura haber oído sonar en determinadas ocasiones la música de un piano en una sala en donde no había nadie.

También recuerda que una de estas veces, mientras ensayaba delante del piano en un aula de la tercera planta, le pareció escuchar en la sala contigua a otra persona tocar ese mismo instrumento. Incluso pensó que sería un compañero suyo, quien estaba ensayando. No le extrañó oír la música sino la destreza con la que tocaba la pieza que era de gran complejidad. Al acabar su ensayo y salir observó que la sala contigua estaba cerrada con llave, así que preguntó al conserje si alguien había estado tocando allí, a lo que contestó que no, pues nadie le había pedido la llave del aula.

Este mismo testigo reconoce haber notado extrañas sensaciones mientras permanecía en su propia casa(puertas que se cierran, muebles que se mueven, etcétera) e incluso en otros lugares. En diciembre de 1992 se encontraba junto con otra persona en la tercera planta del centro y todas las dependencias cercanas aparecían cerradas a cal y canto, cuando en un momento dado ambos pudieron escuchar claramente una misteriosa melodía de procedencia desconocida, ya que los dos eran las únicas personas que estaban en ese ala del Centro.

Un día también, uno de los trabajadores del Centro cuyo nombre está en el anonimato y que conocía personalmente a Felipe escuchó sonar un piano. Se acercó al lugar de donde procedía el sonido. Allí no había nadie, pero el piano sonaba y pulsaba sus propias teclas por arte de magia. Lo más curioso no es eso. La música que sonaba era de tal complejidad, que ninguno de los alumnos sabía tocarla aún con esa destreza. Solo había una persona en ese Centro que sabía tocar esa pieza:

Felipe.

Y esto es todo. Ha sido un repaso mágico, místico y por que negarlo, bastante terrorífico por uno de los parajes más mágicos y misteriosos de la Piel de Toro. Espero que os haya gustado.

Paz y ''Ola k ase?''

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